Tierra de Encuentro Cromático. Artistas de Nirgua
09/02/2024 / Sala 2
Nirgua, lugar de magia y encanto, fundado el 25 de enero de 1628 bajo el nombre de Santa María de la Victoria del Prado de Talavera. Está acertadamente ubicado en el punto medio del recorrido entre las ciudades de Barquisimeto y Valencia, pasando por las carreteras que unen a las poblaciones de Chivacoa y Tocuyito. Está tierra de hermosos paisajes, coloridas montañas, pequeños pueblos, plazas, callejones y algunas calles adoquinadas bañadas de siglos, e impregnadas de un realismo mágico.
A lo largo de la historia la naturaleza siempre ha sido una fuente de inspiración recurrente, pero en el periodo modernista recibió un tratamiento especial y protagonista. No solo era un motivo que se copiaba directamente, como en épocas anteriores: marcada por un nuevo contexto, la naturaleza se asoció a un programa decorativo en el cual a menudo se le reinterpretaría y dotaría de contenido simbólico, que ha sido pretexto en las pinturas de grandes maestros nirvarences.
Hoy la Galería de la Fundación Red de Arte con sede en San Felipe, el Instituto de Cultura del estado Yaracuy (ICEY), y el Museo Carmelo Fernández, concede un espacio dónde se inaugurara la exposición dedicada a hombre y mujeres, que marcaron la trayectoria de las artes plástica Nirguense. El tiempo y el policromo instalan una atmósfera determinada por la posibilidad de uno o más sucesos construidos y ensamblados desde el vínculo de nuestras experiencias y recuerdos. Ya sea en las imágenes de paisajes o personajes, dejando así a los futuros herederos que los acompañan, un legado al que darán continuidad y otros jóvenes artistas buscando nuevas perspectivas y planteamientos más contemporáneos, generando un nuevo diálogo que enfatiza el poder creativo en las artes visuales.
. Desde la ciudad al pie del Picacho, llega a todos los sanfelipeños y municipios vecinos, está muestra que plantea un diálogo entre lo local y lo global, lleno de color, de formas, texturas, volumen que forman parte de estás: pinturas, dibujos, retratos, esculturas talladas en piedras y madera, producto de la percepción de la realidad y de la imaginación de los artistas. Estamos ante una fuente de placer estético, que ofrece nuevas interpretaciones, cada vez más susceptible a diversas lecturas y apropiaciones del/o los espectadores que sin ser parte de la misma, se desplazan a sitios remotos sin salir de esta sala de exposición.
Lcda. Scarlet Capdevielle
A lo largo de la historia la naturaleza siempre ha sido una fuente de inspiración recurrente, pero en el periodo modernista recibió un tratamiento especial y protagonista. No solo era un motivo que se copiaba directamente, como en épocas anteriores: marcada por un nuevo contexto, la naturaleza se asoció a un programa decorativo en el cual a menudo se le reinterpretaría y dotaría de contenido simbólico, que ha sido pretexto en las pinturas de grandes maestros nirvarences.
Hoy la Galería de la Fundación Red de Arte con sede en San Felipe, el Instituto de Cultura del estado Yaracuy (ICEY), y el Museo Carmelo Fernández, concede un espacio dónde se inaugurara la exposición dedicada a hombre y mujeres, que marcaron la trayectoria de las artes plástica Nirguense. El tiempo y el policromo instalan una atmósfera determinada por la posibilidad de uno o más sucesos construidos y ensamblados desde el vínculo de nuestras experiencias y recuerdos. Ya sea en las imágenes de paisajes o personajes, dejando así a los futuros herederos que los acompañan, un legado al que darán continuidad y otros jóvenes artistas buscando nuevas perspectivas y planteamientos más contemporáneos, generando un nuevo diálogo que enfatiza el poder creativo en las artes visuales.
. Desde la ciudad al pie del Picacho, llega a todos los sanfelipeños y municipios vecinos, está muestra que plantea un diálogo entre lo local y lo global, lleno de color, de formas, texturas, volumen que forman parte de estás: pinturas, dibujos, retratos, esculturas talladas en piedras y madera, producto de la percepción de la realidad y de la imaginación de los artistas. Estamos ante una fuente de placer estético, que ofrece nuevas interpretaciones, cada vez más susceptible a diversas lecturas y apropiaciones del/o los espectadores que sin ser parte de la misma, se desplazan a sitios remotos sin salir de esta sala de exposición.
Lcda. Scarlet Capdevielle
Formas Encontradas de Al Vanegas
24/02/2024 / Sala 4
“Ensayo cada vez algo nuevo. Se encuentra lo atrayente mientras se trabaja, cuando se parte de la forma del objeto”. Alexander Calder
El Museo “Carmelo Fernández”, tiene el grato placer de mostrar la creación plástica del artista larense Al Vanegas, quien, además, es museógrafo y promotor cultural. A partir del año 1983, inició su investigación con la materia, viniendo de las artes gráficas, pero su proceso no quedo allí, continuó indagando o contextualizando su concepto plástico, desarrollando diversas investigaciones en lo textil, el vitral y lo escultórico.
El proceso de búsqueda e indagación, en el campo de lo matérico y lo orgánico, a principio de los años ochenta, se vuelve una constante en el trabajo del artista Al Vanegas, es tanto así, que inicia en este periodo una serie de piezas denominada de “Tierra y Arena”, desde el territorio abstraccionista. Estos materiales orgánicos, se convierten en los pigmentos esenciales de la obra de Al, cuando por su diversidad de colores y texturas, que le proporciona la arena, sustraída de diferentes playas de nuestro país y hasta fuera de nuestras fronteras, para construir el campo pictórico.
Al mismo tiempo que Al Vanegas, se encuentra en este proceso de experimentación con la arena, se sumerge en el área textil, específicamente con la técnica wayúu, creando tapices gracias al vínculo con el colectivo los “7 de la Madriguera”, impulsado por el artista marabino Edison Parra, en el año 1998. Esta experiencia trajo como consecuencia una exposición individual llamada “De lo Táctil a lo Textil”, porque conjugaba en un mismo soporte, el diálogo de ambos materiales orgánicos.
Es de esta forma, como Al continúa su camino de investigación con la materia, pero agregando un nuevo elemento reflexivo, la figuración, desde el concepto femenino inicia su indagación personal del entorno que lo rodea, pero influenciado por las formas y composiciones cubistas.
La obra, en esta etapa, refleja planos de colores, contornos limpios, superpuestos, que se acercan a la abstracción. En este período de la serie “Mujeres” no existe casualidades, aquí todo está pensado, analizado y conjugado con los elementos plásticos. Esta etapa, inicia en el año 2.000, concentra su trabajo en lo bidimensional con ciertas composiciones tridimensionales, denominada “Mujeres”, por los rasgos corporales feministas, agregados a la propuesta extra pictórica a finales de la década en Mujeres 3D.
Estas creaciones antes mencionadas, dan paso a una nueva serie, vinculadas al núcleo familiar como son: abuela, madre, hermana, hija, nuera, nietas, entre otras, se convierten en “Entre Féminas”. En esta ocasión, la silueta femenina comenzó a brotar desde la textura, y las formas irregulares de la materia, como una propuesta surrealista; piezas con tres ojos, entre otros elementos que expresan una visión morfológica del ser.
En esta oportunidad, la exhibición “Formas Encontradas”, es producto de los diversos materiales desechados, dejados, apartados, abandonados o excesivos de las piezas anteriores. En este sentido, el artista comienza a ensamblar, enlazar y construir un diálogo entre las formas orgánicas para llegar a una propuesta abstracta. Esta línea de piezas se establece en el período de la pandemia entre los años 2.020 - 2.021, fruto de una investigación constante con la materia orgánica acumulada en el taller.
El planteamiento bidimensional y tridimensional, que nos presenta Al Vanegas, con este grupo de obras que surgen a partir de formas, tramados, líneas, texturas y tonalidades terrosas, a través de ensamblajes muy sensuales, pero a la vez, en ocasiones muy rustico cuando percibimos el uso de elementos metálicos incongruentes en las creaciones, producto de la búsqueda de un ritmo, entre los vacíos y los llenos en la composición.
La Escultura, es una de las representaciones de las artes plásticas más dificultosas, por el abordaje del espacio y su ubicación en el tiempo, por ser cercana al hombre, por su aproximación al ideal perceptivo, es más compleja y profunda, porque el sujeto observa en primera instancia su volumetría para descubrir que existe una conciencia de sí mismo.
También, podemos percibir como el abstraccionismo orgánico, es el lenguaje fundamental en esta exposición, al no tratar de representar la naturaleza, sino todo lo contrario, es parecerse a sus estructuras primarias, o sea, a su esencialidad geométrica no-euclidiana. Desde este concepto, logra que el espectador, viva un variado goce estético porque busca comprender como la obra esta elaborada.
De tal manera, Al Vanegas, relata su vivencia personal en estas obras que hoy se presentan en el Museo “Carmelo Fernández”, para hablarnos tímidamente de la naturaleza, usando sus elementos orgánicos propios de ella, para expresar sus inquietudes plásticas ante una sociedad encapsulada con la tecnología, es aquí y el ahora donde el artista persiste en mostrar su estilo matérico como respuesta a la creación ficticia y vacía de la actualidad.
Lcdo. Juan Carlos Martínez.
Imagen, Alma y Tiempo de Oscar Sotillo Meneses
26/04/2024 / Sala 1
DIALÉCTICA DE OSCAR
Solo un poeta transfigurado en pintor pudo cometer la osadía de hacer dialogar a las tres categorías que dan nombre a esta exposición: Imagen, alma y tiempo. ¿Cómo y donde llegar a una síntesis de estos tres conceptos inabarcables? En este caso, Oscar Sotillo propone al arte como método y terreno donde escarbar ideas para un significado común que pueda resolver el acertijo. Magnolias, nubes, jardines y peculiares paisajes son elementos que están presentes en las obras que nos ofrece esta muestra, compilando unas tres décadas de carrera pictórica.
No hay forma de encasillar a Oscar en una corriente o un estilo, pero si es necesario categorizar su trabajo podría decirse que se trata de una pintura cuyo compro-miso es con el “antidogma”, un buen punto de partida para definir por separado lo que para el es la imagen, su código; lo que es el alma, su mensaje; y lo que es el tiempo, su látigo.
La exhibición usa como leit motiv la dialéctica. Con ese intercambio se nos abren perspectivas que dan testimonio de un lenguaje que habla sin rodeos de un trayecto vital que se pone sobre la mesa en carne viva. Y es que al dar una mirada a las pinturas salta a la vista una urdimbre tejida por el artista a partir de conceptos aparentemente opuestos: el placer y el dolor, lo suave con lo duro, lo triste con lo alegre, el golpe con la caricia, lo abundante con lo austero, lo sagrado con lo profano, la civilización con la barbarie, el amor con el desamor… ¿Qué mensaje esta encriptado detrás de tantos antagonismos? Quizás el de una imagen, un alma y un tiempo implacables. Quizás el de la pintura como refugio, como lugar seguro donde soltarlo todo, como abrazo cálido y entrañable en plena tempestad.
Los diálogos y las contradicciones se detectan en el fondo y en la forma de cada obra en las que cohabitan. Constituyen una suerte de oxímoron hecho imagen y objeto palpable. Vemos la suavidad de las nubes y la delicadeza de las magnolias, pintadas a brochazo áspero sobre burdos pedazos de madera desechada; o nos topamos con antiflores y paisajes internos que abrevan de un origen solo posible dentro de un profuso universo privado. ¿Hay paisajes a ventana cerrada, horizontes que se muestran infinitos pero hacia adentro? ¿O flores que no son flores, sino todo lo contrario? ¿Existen tales cosas? El pincel de Oscar afirma que si, he ahí su gran verdad. Hace casi un siglo, cuando Walter Benjamín hablaba del “aura” de las obras de arte, el temor de este filosofo era quela reproductibilidad técnica acabara con la solemnidad de una pintura o una escultura única hecha y consumida con reverencia casi religiosa.
En las obras de Oscar, el aura, ese halito irrepetible, evidentemente esta presente, pero justo en la esquina: se ubica en lo terrenal, en lo mundano, en la calle, en el harapo, en la mancha. Su ética y su estética es un homenaje a la belleza del mundo real, y específicamente al mundo real en este rincón del planeta, en esta época caótica, con sus obstinados habitantes, sus dilemas y contradicciones. Imagen, alma y tiempo claramente delimitados y dialogantes.
Oscar comenzó su acercamiento con las artes visuales hace 30 anos, haciendo grabados en los talleres de la Universidad Simón Rodríguez. Incursiono en el diseño grafico, el muralismo, la pintura, las artes graficas y visuales, todo esto en paralelo con su trabajo poético y narrativo, asi como con su pasión militante.
Sulenguajeliterarioesconsecuenteconsutrabajovisualencuantoaloconceptual: mantiene esa determinación por marcar distancia delos dogmas y de los lugares comunes dela consagración, del cliché del escritor o del artista “famoso” o “culto”. No obstante, en cuanto a los hábitos si manifiesta claras diferencias al abordar ambas disciplinas. Para el, escribir duele y pintar es una fiesta. He ahí otro gran antagonismo. “Pinto por necesidad biológica”, dice Oscar, quien pareciera que esnifa de la ansiedad de la creación para producir obras hechas a partir de una ruta sin mapa, nacida de la pura urgencia de calmar un vicio, de drenar, decir y hacerse presente. Y si sus poemas y crónicas tienen pinceladas autobiográficas, ¿que decir de su pintura? Que son el universo paralelo creado por el mismo donde se derraman sus grandes pasiones, fijaciones y tribulaciones, sus amores, desilusiones y anhelos; su imagen desbocada, su alma atormentada y su tiempo, que es este, el de reivindicar las utopías.
Rosa Raydan
Caracas, agosto 2022.
Solo un poeta transfigurado en pintor pudo cometer la osadía de hacer dialogar a las tres categorías que dan nombre a esta exposición: Imagen, alma y tiempo. ¿Cómo y donde llegar a una síntesis de estos tres conceptos inabarcables? En este caso, Oscar Sotillo propone al arte como método y terreno donde escarbar ideas para un significado común que pueda resolver el acertijo. Magnolias, nubes, jardines y peculiares paisajes son elementos que están presentes en las obras que nos ofrece esta muestra, compilando unas tres décadas de carrera pictórica.
No hay forma de encasillar a Oscar en una corriente o un estilo, pero si es necesario categorizar su trabajo podría decirse que se trata de una pintura cuyo compro-miso es con el “antidogma”, un buen punto de partida para definir por separado lo que para el es la imagen, su código; lo que es el alma, su mensaje; y lo que es el tiempo, su látigo.
La exhibición usa como leit motiv la dialéctica. Con ese intercambio se nos abren perspectivas que dan testimonio de un lenguaje que habla sin rodeos de un trayecto vital que se pone sobre la mesa en carne viva. Y es que al dar una mirada a las pinturas salta a la vista una urdimbre tejida por el artista a partir de conceptos aparentemente opuestos: el placer y el dolor, lo suave con lo duro, lo triste con lo alegre, el golpe con la caricia, lo abundante con lo austero, lo sagrado con lo profano, la civilización con la barbarie, el amor con el desamor… ¿Qué mensaje esta encriptado detrás de tantos antagonismos? Quizás el de una imagen, un alma y un tiempo implacables. Quizás el de la pintura como refugio, como lugar seguro donde soltarlo todo, como abrazo cálido y entrañable en plena tempestad.
Los diálogos y las contradicciones se detectan en el fondo y en la forma de cada obra en las que cohabitan. Constituyen una suerte de oxímoron hecho imagen y objeto palpable. Vemos la suavidad de las nubes y la delicadeza de las magnolias, pintadas a brochazo áspero sobre burdos pedazos de madera desechada; o nos topamos con antiflores y paisajes internos que abrevan de un origen solo posible dentro de un profuso universo privado. ¿Hay paisajes a ventana cerrada, horizontes que se muestran infinitos pero hacia adentro? ¿O flores que no son flores, sino todo lo contrario? ¿Existen tales cosas? El pincel de Oscar afirma que si, he ahí su gran verdad. Hace casi un siglo, cuando Walter Benjamín hablaba del “aura” de las obras de arte, el temor de este filosofo era quela reproductibilidad técnica acabara con la solemnidad de una pintura o una escultura única hecha y consumida con reverencia casi religiosa.
En las obras de Oscar, el aura, ese halito irrepetible, evidentemente esta presente, pero justo en la esquina: se ubica en lo terrenal, en lo mundano, en la calle, en el harapo, en la mancha. Su ética y su estética es un homenaje a la belleza del mundo real, y específicamente al mundo real en este rincón del planeta, en esta época caótica, con sus obstinados habitantes, sus dilemas y contradicciones. Imagen, alma y tiempo claramente delimitados y dialogantes.
Oscar comenzó su acercamiento con las artes visuales hace 30 anos, haciendo grabados en los talleres de la Universidad Simón Rodríguez. Incursiono en el diseño grafico, el muralismo, la pintura, las artes graficas y visuales, todo esto en paralelo con su trabajo poético y narrativo, asi como con su pasión militante.
Sulenguajeliterarioesconsecuenteconsutrabajovisualencuantoaloconceptual: mantiene esa determinación por marcar distancia delos dogmas y de los lugares comunes dela consagración, del cliché del escritor o del artista “famoso” o “culto”. No obstante, en cuanto a los hábitos si manifiesta claras diferencias al abordar ambas disciplinas. Para el, escribir duele y pintar es una fiesta. He ahí otro gran antagonismo. “Pinto por necesidad biológica”, dice Oscar, quien pareciera que esnifa de la ansiedad de la creación para producir obras hechas a partir de una ruta sin mapa, nacida de la pura urgencia de calmar un vicio, de drenar, decir y hacerse presente. Y si sus poemas y crónicas tienen pinceladas autobiográficas, ¿que decir de su pintura? Que son el universo paralelo creado por el mismo donde se derraman sus grandes pasiones, fijaciones y tribulaciones, sus amores, desilusiones y anhelos; su imagen desbocada, su alma atormentada y su tiempo, que es este, el de reivindicar las utopías.
Rosa Raydan
Caracas, agosto 2022.
Memoria, Identidad y Territorio
26/04/2024 / Sala 2
El arte no existe aislado de la realidad que lo circunda. Está irreductiblemente unido a la proyección de la existencia humana. Nace y se nutre de ella. La piensa. La interroga. La interpela. La cuestiona. Propone. Señala. Construye. Expresa. Dice... Crea...
La alimentación, la cocina y la gastronomía, en el mismo sentido, tienen un estrecho e inmodificable relacionamiento con la realidad que las define, con la naturaleza, con el humano y sus huellas imperecederas; con los múltiples espacios del quehacer humano. Ambos son certezas que se nutren de interrogantes, dudas, búsquedas y una enorme necesidad de contarse a sí mismos desde lo material y lo inmaterial.
Se buscan. Se necesitan. Se avienen con el humano y su universo sensible.
Cuando pensamos en una relación, artes visuales, alimentación-cocinas-gastronomía, lo hacemos con la claridad y la dignidad que ellas tienen para dialogar abiertamente con cualquier espacio, más, si acentuamos la grandeza de la cocina como oficio trascendente. No podríamos ver esta relación de otra manera.
Apostamos por una mirada que nos permita percibirla más allá del fogón. En la palabra poética. En lo simbólico. En lo hermenéutico.
La cocina (o las cocinas) habitan en el imaginario de quien expone su narrativa (en el plato, en la mesa o en una obra artística de formatos disímiles) desde el prisma de la disciplina donde se expresa, dentro de su discurso expresivo, deliberado o de modo inconsciente.
La Exposición "Memoria, Identidad y Territorio", bajo la curaduría de Laure Martínez, ha logrado convocar miradas múltiples que, desde visiones particulares y diferenciadas, se complementan en un discurso que va de lo sencillo a lo denso -del misterio a la epifanía- y se mueve como un río cuyas linfas refrescan los derroteros de esta terredad que habitamos y nos llevan en esa travesía espiritual que sólo el arte prodiga.
En la poesía de la tierra, en el aleteo del ave, en las voces de la brisa y hasta en la inmutabilidad de la piedra, el artista -buscador impenitente- impelido por sus cogitaciones y sus conflictos generadores de sentido, nos entrega en la obra un halo de su propio ser. Aquí, es este espacio dialógico, en esta casa grande, templo y adoratorio para la ofrenda, el MUCAF, integrado a la institucionalidad del Instituto de Cultura del Estado Yaracuy (ICEY), los creadores yaracuyanos, hoy se reencuentran, en un abrazo inmanente. Todos entregados a la concreción de sus obras en un espacio que el 3er ENCUENTRO COCINAS PATRIMONIALES de YARACUY, propone, en la seguridad de colocar en el surco auspicioso de la tierra, la semilla buena, a la que ese río le prodigará vida para ver nacer -con el viento- el fuego de la creación, donde arte y cocina se degustan en común-unión -desde el alma- en una misma memoria que nos encuentra.
La mesa está servida...
Andrés Fernando Rodríguez G.
La alimentación, la cocina y la gastronomía, en el mismo sentido, tienen un estrecho e inmodificable relacionamiento con la realidad que las define, con la naturaleza, con el humano y sus huellas imperecederas; con los múltiples espacios del quehacer humano. Ambos son certezas que se nutren de interrogantes, dudas, búsquedas y una enorme necesidad de contarse a sí mismos desde lo material y lo inmaterial.
Se buscan. Se necesitan. Se avienen con el humano y su universo sensible.
Cuando pensamos en una relación, artes visuales, alimentación-cocinas-gastronomía, lo hacemos con la claridad y la dignidad que ellas tienen para dialogar abiertamente con cualquier espacio, más, si acentuamos la grandeza de la cocina como oficio trascendente. No podríamos ver esta relación de otra manera.
Apostamos por una mirada que nos permita percibirla más allá del fogón. En la palabra poética. En lo simbólico. En lo hermenéutico.
La cocina (o las cocinas) habitan en el imaginario de quien expone su narrativa (en el plato, en la mesa o en una obra artística de formatos disímiles) desde el prisma de la disciplina donde se expresa, dentro de su discurso expresivo, deliberado o de modo inconsciente.
La Exposición "Memoria, Identidad y Territorio", bajo la curaduría de Laure Martínez, ha logrado convocar miradas múltiples que, desde visiones particulares y diferenciadas, se complementan en un discurso que va de lo sencillo a lo denso -del misterio a la epifanía- y se mueve como un río cuyas linfas refrescan los derroteros de esta terredad que habitamos y nos llevan en esa travesía espiritual que sólo el arte prodiga.
En la poesía de la tierra, en el aleteo del ave, en las voces de la brisa y hasta en la inmutabilidad de la piedra, el artista -buscador impenitente- impelido por sus cogitaciones y sus conflictos generadores de sentido, nos entrega en la obra un halo de su propio ser. Aquí, es este espacio dialógico, en esta casa grande, templo y adoratorio para la ofrenda, el MUCAF, integrado a la institucionalidad del Instituto de Cultura del Estado Yaracuy (ICEY), los creadores yaracuyanos, hoy se reencuentran, en un abrazo inmanente. Todos entregados a la concreción de sus obras en un espacio que el 3er ENCUENTRO COCINAS PATRIMONIALES de YARACUY, propone, en la seguridad de colocar en el surco auspicioso de la tierra, la semilla buena, a la que ese río le prodigará vida para ver nacer -con el viento- el fuego de la creación, donde arte y cocina se degustan en común-unión -desde el alma- en una misma memoria que nos encuentra.
La mesa está servida...
Andrés Fernando Rodríguez G.